La Carta Expurgada
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Nos invade por momentos la hipótesis del genio maligno, Descartes lo planteaba en el siglo XVIII, resultando ser como una premonición de la propaganda nazi, convertir en verdadero lo que es falso, una especie de demonio repetitivo que nos engaña, que nos desenfoca y nos presenta un mundo falso a manera de truco. Lastimosamente vivir sin ese truco resulta difícil, por lo tanto, si se logra despertar del encantamiento uno se da cuenta que se vive una vida impropia, es decir, aquella que se intercambia o de la que nos desprendemos para recibir un beneficio y sobrevivir, somos esclavos del genio maligno y sólo servimos a los intereses de quien requiera nuestra salud.
El arte no se escapa del truco, ha sido fagocitado y los artistas junto con él se han habilitado como sujetos mercantiles de la industria totalizante del embuste, sin embargo, la belleza indefinida o la fealdad explícita e inherente al arte no son fácilmente amordazadas ni engullidas. Decir belleza, es decir extrañamiento, sorpresa, angustia, deleite, de la misma manera que decir arte, es decir lo inútil, lo que se divorció del servicio tangible, para recompensarnos por cada crimen que la humanidad afronta en su prontuario, eso que nos recuerda que dentro de la bestia habita algo que trasciende sus síncopes y delirios.

La constitución de aquello que no posee lógica es el legado del primitivo metamorfoseado en hombre, con capacidad abstracta y de resoluciones matemáticas y estéticas. Eso que desborda la psiquis y se nutre de aspectos discordantes para llegar a confluir en una obra que a la vez es lenguaje; puede sobrepasar lo considerado bello, verdadero o bueno, para adherirse a la categoría subversiva cuya apariencia de belleza es destronada, generando categorías creativas que de por sí abarcan deformaciones de la realidad, llegando a acentuar de manera efectiva las extravagancias o tal vez la monstruosidad, la desarmonía, lo ominoso o todo aquello que carece de proporción.

Porque se está en rebelión, se crea, no es permitido al acto creativo ser un instrumento de la utilidad, este como no tiene una receta, simplemente se desliga de nuestra condición de consumo; de tal manera que muchos pretendiendo poseer por la fuerza la acción creativa, la pervierten simplemente al contemplarla, llegando a ser destruida cuando está lejos de ser poseída.
Pero no podemos confundirnos con los estereotipos del sistema de consumo masificado; pues este no transforma sino que induce a la alienación, el arte al contrario no posee rasgos que lo vinculen a obligaciones con lo útil, esa posibilidad de inutilidad es la que mantiene a muchos artistas en el límite de la domesticación, habitando el borde, desgarrando las ataduras y la anestesia que asigna el sistema con sus condicionamientos y homogenizaciones, valiéndose del esteticismo institucional.


El arte es por su naturaleza, transgresión, mimesis, sensación, psiquis, contemplación y de golpe transformación, dado que al hablar de arte los campos se extienden a lecturas muy extensas y difusas, hay quienes proponen que arte es lo que hace el artista y artista es el que hace arte, sin importar que también puede poseer un enfoque político o ideológico, es el espectador el que juzga su relación con él, en una época en la que prima más el marketing, la banalidad malintencionada o la especulación que conlleva a lo fútil.
Si arte es lo que hacen los artistas, sería necesario juzgar sin dar más detalles ciertas acciones artísticas de renombre mundial:
Millie Brown pinta cuadros con su vómito, Jan Lewis pinta cuadros con sangre menstrual, James Ford expone una instalación famosa con una bola de mocos que acumuló durante años, Andrés Serrano impone su escultura de Cristo crucificado entre orines, en Colombia el artista Fernando Pertuz comió en un acto público en una galería, sus excrementos untándolos en rebanadas de pan, en una acción desagradable, protagonizada a manera de miniescándalo local.
Frente al sensacionalismo muchas propuestas que pretenden ser arte pueden resultar fallidas, es allí cuando la provocación intrascendente, la banalización, los curadores coyotes, el valor ficticio, la excentricidad que todo lo paga, la incultura o los negocios institucionales intentan ocupar con la nadería aquello que parecieran ser mutaciones de lo asimétrico o de las desarmonías, pero que al final no logran desafiar de manera coherente a la belleza, sino por el contrario se hacen a manera de muecas risibles que más que inquietar se convierten en apologías desmedidas del asco o la perturbación.
“Frente a tanto intelectual soso, a tanto artista sin talento, a tanto revolucionario estereotipado, un burgués sin pretensiones parece una estatua griega”.
Palabras del filósofo Pablo García Arias:

Tendría que verse si se justifica adherirle a este tipo de “obras” un valor humano trascendente o la capacidad creativa de contar historias, donde el sujeto se expone como creador en un nivel apropiado de desarrollo de las técnicas o la invención de lenguajes que logren conmover la sensibilidad humana.
Para el efecto, evaluar el arte dentro de una temporalidad donde la supremacía del talento se reemplaza por la dictadura del escándalo, requiere entender que este ya adquirió el status de una moda fatua cuyos compromisos estéticos, sociales, psíquicos, de trabajo y esfuerzo, se volcaron hacia la desconexión, por lo tanto, el diálogo que usualmente se establecía entre el espectador y un artista, dentro de un mundo de imágenes a través del lenguaje inventado por este y en consecuencia imbuido de hallazgos y propuestas, se ha trasformado en la pose formalizada de creer que nada es arte, como una forma de decir que cualquier cosa es arte.
Decir que los cambios en la mentalidad humana conllevan cambios en la forma de percibir y hacer arte, implica que no podemos aislarnos ni sustraernos de la corriente que los arrastra consigo y sus avances o desaciertos, sin embargo, catalogar toda acción como válida simplemente ateniéndonos a los cánones de un paréntesis temporal resulta una postura débil dado que suelen nacer representaciones artísticas trivializadas, que muchas veces se apuntalan en posiciones errátiles y confusas, dando la sensación de profundos cambios y en realidad resultando ser simples instrumentos de manipulación, o movimientos inorgánicos que finalmente en su decadencia pretenden cambios que a la postre son formas negativas y en sí mismas poseedoras del germen de la resistencia que las hará decadentes.
Todo acto que pretenda en sí mismo hacerse convencional o vanguardista, en realidad ya lleva inscrita en su esencia el signo de la decadencia y lo anacrónico, pero lo importante es su juicio crítico, sus aportes y planteamientos novedosos o la sofisticación con que entable el debate a los discursos que los preceden.
Si nos referimos a una estética grotesca como la del horror vacui, la del miedo al vacío que obliga a llenar espacios, no necesariamente está concatenada con lo aterrador o lo siniestro. El artista desde los espacios de su mirada y la dimensión de la psiquis puede producir criaturas que en apariencia son horrendas y extravagantes, pero cuya percepción singular nada tiene que ver con lo feo. El arte con sus matices genera opuestos que pueden navegar entre el delirio de la realidad o la ensoñación. La responsabilidad del artista en medio de su creación ligada a la subjetividad es relevante, aquí no hay ecuaciones sino perspectivas intangibles de la mente, ahora, expresar de manera coherente con lenguajes geniales todas esas perspectivas, ensoñaciones o pesadillas tienen su costo en términos de la consideración humana, que en últimas es la que anuncia desde sus miradas lo que termina aceptando como bello o no.

Alonso Jiménez, antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y artista con estudios de pintura y grabado en el ateljer Alfredo Mosella de Gotemburgo Suecia. Fundador en 1990 y codirector de la Liga Latinoamericana de Artistas con la poeta Nayarita Coral Ochoa.
Sus obras circulan por colecciones públicas y privadas de varios países del mundo. Así como también, ha participado en diversos colectivos latinoamericanos como editor y promotor cultural en el campo de la plástica, la poesía y el EX LIBRIS
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Gracias por la deferencia. Efectivamente son tiempos de crisis, muchas agendas quieren imponer sus hegemonías. Los poderes en pugna son indolentes, los señores de la guerra masacran pueblos como si fuesemos camadas de microbios. El rumbo de la humanidad marcado por la biotecnología y el humanismo de la era posindustrial, nos está llevando a la miseria moral, intelectual y económica. El transhumanismo descarnado y sin ética visible nos está esclavizando, para ello el poder se sirve de muchos vasallos, la labor de cada uno es romper en lo posible esas cadenas de servilismo.
Esta muy wapo! felicidades Giovanny!
Excelente texto profesor Alonso Jiménez, es bastante pertinente la oportunidad de abrir este espacio de critica del arte, espacio-tiempo eficaz herramienta para desnudar el alma de la Nuda-Vida como decía Giorgio Agamben, y hay que seguir de-construyendo el panorama cultural hypermencantilizado en esta época de 2 metros de distancia corporal entre el espectador la obra la máscara y los virus mutantes post pandemicos.